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jueves, 30 de diciembre de 2010

La Flor Lunar

Capitulo VIII

(Daniel)
No esperaba aquella confesión, mucho menos verla tan frágil, ambos compartíamos la misma pena, yo también extrañaba a mi madre de vez en cuando, pero al menos tenía el consuelo de tener unos escasos recuerdos de ella, no podía imaginar no poseer nada, la atraje lo más que pude, lo que menos quería era apartarme de ella, separarme de Yue sería el sacrificio que tendría que hacer para alcanzar mi libertada, ¿estaba dispuesto a eso?


- ¿Por qué no huyes conmigo?- sugerí.
- Eso es imposible – susurro contra mi pecho- si huyo no descansaran hasta encontrarme….solo te podría en peligro…ellos-estaba asustada, me hervía la sangre verla así, es que acaso no existía una solución, me prometí a mi mismo que haría lo imposible por alejarla de esas criaturas.
- Acepto tu trato –conteste, ella se aparto de mi lentamente, su rostro comenzó a brillar borrando cualquier vestigio que dejaron las lágrimas.
- Entonces comencemos.


Mis primeros intentos fueron un desastre, Yue insistía en que debía relajarme más, pero al final de la tarde solo conseguí despegarme un par de centímetros, ella pareció satisfecha, luego buscamos la flor lunar, regresamos a la aldea.
Cuando entramos a la casa, Tam aún no regresaba, así que me aproveche de pequeña ventaja me adueñe de la cama, me dormí inmediatamente.
Al día siguiente desperté en el piso, no tuve que pasar mucho para darme cuenta que Tam me había votado de la cama, yo cansado como estaba no me percate, al menos esta vez no uso su magia para conseguirlo, solo recordarlo me hacía enfadar, lo peor era que no se lo podía mencionar a Yue, ya que como él dijo “¿A quién crees que le va a creer?”, ahora simplemente me tengo que concentrar en aprender a volar, me levante y sentí todos mis músculos adoloridos, me encontré con Yue, nos dirigimos nuevamente al bosque.
Ya ha pasado una semana y se había transformado en nuestra rutina utilizar las continuas ausencias de Tam para seguir con nuestras clandestinas clases, entre cada intento yo le relataba a Yue curiosidades de mi mundo, los cuales la impresionaban, llenándome de preguntas, quería saber cada detalle de nuestras costumbres, y una tarde me pregunto.


- ¿Cómo piden perdón los humanos?


Aquello me descoloco un poco, trajo a mí el recuerdo de esa tarde donde intento disculparse, creo que aún no estoy listo para hacerla, pero debo reconocer que cada vez me siento menos dolido con ella por lo que hizo, así que intente darle una respuesta lo más completa posible.


- Veras existe muchas maneras, pero cuando las personas se sienten culpables regalan flores, otras veces dan serenatas –reí, solo imaginarme dándole una serenata a Yue, definitivamente jamás haría algo así.
- Serenata –repitió desconcertada.
- Es cuando…un hombre va a tu casa por la noche a cantarte una canción, junto con otros músicos.


Observe su asombro, pero también me percate de lo pálida que se veía, se notaba cansada, ¿estaría enferma?


- Eso suena divertido –dijo- Ya es hora de que…


Comenzó a inclinarse peligrosamente, logre atraparla antes de que impactara con el suelo, me impaciente, debía llevarla donde Roxanne, la cargué entre mis brazos, respiraba agitadamente, lentamente la vi abrir sus ojos.


- ¿Qué me paso? – susurro, aún seguía débil.
- Te desmayaste – conteste, suspiro aliviado – te llevo donde Roxanne, ella…
- No –susurro- ya estoy bien.
- Pero- replique, su aspecto demostraba todo lo contrario.
- Daniel- susurro- bájame – lo hice, debía estar loco por seguir sus ordenes –solo necesito dormir un poco, no tienes que alarmarte tanto –susurro con una sonrisa en sus labios, cerro sus parpados.


Sujete su manos, la cual estaba muy fría, pasaron los minutos, cada vez estaba más impaciente, simplemente debí haberla llevado directamente a Roxanne, pero era obvio que ella no aceptaría su ayuda, a eso le agregamos lo que le pediría a cambio.
Observe como el sol se ocultaba, note un leve apretón en mis dedos, suspire aliviado, Yue se levanto, estuvo en lo correcto cuando dijo que solo necesitaba descansar, sus pasos eran firmes todo lo contrario a lo que fue hace un momento, recogió la flor lunar que solo se encontraba a unos metros de donde yo estaba.


- Es hora de que volvamos
- ¡No me vas a explicar que te sucedió! – exigí.
- Es mejor que no lo sepas –contesto.
- ¡¿Cómo?! –reclame desconcertado.


Paso junto a mí, grite su nombre, pero ella me ignoro, baje la voz no deseaba hacer un escándalo y meternos en problemas, esperaría hasta llegar a la casa, pero Tam estaba allí, así que tuve que contener mi intensión inicial, opte por ir a mi habitación, pero una frase me detuvo, aunque no era mi costumbre, no pude evitar escuchar detrás de la puerta, tal vez Tam obtendría mi respuesta.


- ¿Qué estas planeando? – pregunto Tam.
- A que te refieres.
- Yue sabes perfectamente de lo que hablo, o crees que no me he dado notado lo decaída que haz estado en estos días- dijo bruscamente – ¡sabes perfectamente lo que significa! – grito.
- Tam.
- ¡No escúchame por una vez!- exclamó – o quieres que te recuerde lo que le sucedió a mi madre.
Hubo un silencio incomodo, yo tenía razón algo grave le sucedía a Yue.
- Por lo que sé ella comenzó a debilitarse poco a poco, hasta que le fue imposible asimilar la flor, tu sabes perfectamente como termino todo- susurro, se escuchaba la tristeza en su voz- así que dime ¿cuál es la causa?
- Tam, mi vida no esta en peligro, yo…-murmuro.
- ¡Contéstame! – exigió.
- Basta, no sigas, no te lo diré – suplico-
- Tu breenum…claro, todo tiene que ver con él-dijo irónicamente -¿A quién más protegerías con tanto ahincó?


Escuche un portazo, luego oí a Yue sollozar, quise consolarla, pero yo indirectamente era el causante, quería respuestas, pues ahí las tenía, Yue estaba intentando de alguna forma volverme a mi estado humano, eso la estaba matando, porque otra razón no me contaría su plan, me recosté en la cama, definitivamente Tam no regresaría esta noche.
Estaba en el bosque, hoy finalmente me marcharía, volvería a mi mundo, olvidaría de una vez por toda esta pesadilla. El plan era sencillo, volé junto a Yue lo más lejos que pudimos, hasta un cercano pueblo, el cual podía divisarlo desde mi refugio en los árboles, ahora ella me convertiría, para luego regresar con los otros gruceen.


- ¿Estas listo? – pregunto.


No quería abandonarla, pero no despreciaría su esfuerzo, ella estaría mejor sin mi irritante presencia.


- Por supuesto –conteste.


El calor me invadió, sentí mis músculos estremecerse, solté un pequeño grito, era como revivir mi transformación con el rey, pero de golpe todo desapareció, ya no sentía nada, lentamente abrí mis ojos, observe que mi piel tenía ese color rosasio, me examine cuidadosamente, volvía a ser humano, comencé a reír histéricamente, en ese momento quería abrazar a Yue por lo que había hecho, y mi mundo se detuvo, a solo unos metros ella yacía en el suelo, corrí, mi corazón latía rápidamente, esto ¡No podía estar pasando!, la tome entre mis brazos, supe que no volvería a mí, su cuerpo estaba frío, laxo, jamás la vería reír, gritarme, ver ese característico ceño fruncido; lágrimas brotaban de mis ojos, que valía ser libre ahora, cuando no tenía con quien compartir mi alegría.


- ¡Yue! –grite.


Me levante agitadamente, “solo fue un sueño”, me repetí, mi frente estaba bañada de sudor, respiraba agitadamente, “solo fue un sueño”, me volví a repetir, pero un sueño que podría volverse realidad si no hacía algo, salí de mi habitación, todavía veía su rostro pálido en mi mente, me quede en la sala observando el cielo estrellado, hasta que amaneció, escuche a Yue deambular por su habitación y como supuse Tam no volvió.
Cuando la vi entrar no pude evitar recordar el sueño, como era costumbre nos dirigimos al bosque.


- Creo que ahora puedes alcanzarla –indico la flor que estaba sobre un risco, eso me trajo un sentimiento de deja vu, en esa ocasión escale para conseguirla, ahora volé por ella; la tenía frente a mí, como algo tan hermoso podía causar tantos inconvenientes a Yue, si tan solo pudiera convertirme a mismo, y estando suspendido en el aire tome una decisión, me trague la flor, era amarga, mi cuerpo comenzó arder, mi vista se nublo, mis alas me dejaron de sostener e inicie mi vertiginoso descenso, creo que no fue buena idea después de todo.
- ¡Daniel!- grito Yue, al menos ella estaría a salvo, caí a la inconsciencia.


(Yue)
Hoy iba a ser el día, luego de que me trajera la flor, llevaría a cabo nuestro plan, esta tarde me despediría de él, no deseaba hacerlo, a pesar de que me cueste reconocerlo iba a extraña a ese insensato humano, levante mi vista, quería grabarme cada una de sus facciones, pero me encontré observando como ingería la flor, ¿Por qué hizo eso?, ¡porque!, volé a su encuentro, grite su nombre desesperadamente, intente hacer que vomitara, pero ya era demasiado tarde la flor ya invadía su cuerpo.
¿Qué se suponía que se hacía en estos casos?, nunca supe de nada así, lo natural sería dejarlo a su suerte, y que su muerte sirviera como ejemplo para los demás breenum, sin embargo aquella opción ni si quiera la considere. Lo cargué entre mis brazos y volé rápidamente por el bosque, en el pueblo muchos gruceen se me quedaron mirando con asombro, era normal, nunca antes uno de nuestra especie había prestado auxilio a su sirviente, pero ello no me importaba, yo buscaba a Roxanne, la cual solo estaba a unos metros de mi, ella observo mi cara, y luego a Daniel, pareció entender lo que sucedía, juntas nos dirigimos a mi casa.
Una vez dentro, lo recostamos en su habitación.


- ¿Puedes curarlo?- pregunte afligida.
- Por supuesto que puedo, pero ¿qué me ofreces tu a cambio?-dijo maliciosamente, definitivamente ella estaba disfrutando con mi sufrimiento.
- De que...-estaba tan conmocionada, que olvide con quien estaba tratando-…ya veo ¿Qué es lo que quieres?
- Déjame ver…-dijo pensativa, cada minuto se me asemejaba una eternidad, me parecía absurdo que discutiéramos un trato, en vez de curar primero a Daniel – debe ser un precio justo, que tal ese hermoso collar que te vi una vez.
- ¡No!-grite, ese era el único recuerdo que tenía de mi madre, porque debía solicitarme eso.
- Es un precio aceptable, considerando lo importante que este humano para ti -contesto.
- Esta bien, pero cúralo –exigí.


Salí del lugar, me dirigía a mi alcoba, Roxanne era consciente de lo que sentía por Daniel, al igual que todos en el pueblo.
Revolví mis cajones, lo encontré en una caja, Tam me lo entrego hace mucho tiempo, no se como lo consiguió, solamente me dijo que perteneció a mi madre, lo cual pude comprobar mirando el reverso del collar, en el estaba grabado el nombre de Diana, junto al de mi padre, supongo que él se lo regalo, porque en sus bordes se podía distinguir símbolos muy parecidos a los que se encontraban en la copa, lo mire por última vez, me dolía demasiado desprenderme de él.
Volví junto a Daniel, le entregue la joya Roxanne, esta se marcho con una sonrisa en sus labios, fije mi atención a Daniel, este estaba comenzando a despertarse, ahora que ya lo veía fuera de peligro, la rabia y la ira por ser el causante de desprenderme de tan preciado objeto volvió a mí.
- Yo…-susurró, parecía avergonzado.
- Luego me lo dices – conteste, y pose un dedo sobre su labio –aún no puedes levantarte, descansa un poco, luego tendremos tiempo para hablar –conteste tajante.
Aceptando mi sugerencia cerro sus ojos, salí de la habitación, no podía permanecer en su compañía, sin dejar de sentirme dolida, pero no pude seguir pensando más en eso, porque Tam me esperaba en la sala.
Era incapaz de verlo a los ojos, lo había defraudado, el me lo había advertido una y otra vez, pero con mi actitud de hoy solo conseguí humillarlo en frente de los otros gruceen.


- No ocultes tu cara de mí-susurro levantando mi barbilla- quiero verte.
- Tam…yo…-me era imposible hablar, la palabras no me salían, inspire profundamente, dije de golpe – perdóname, pero yo no podía dejarlo morir.
- Lo sé- contesto, me acaricio la mejilla- Yue no existe nada de que disculparse –parecía acongojado por lo iba a decir a continuación – sé que desde hace mucho dejo de ser un simple sirviente para ti – me abrazo- ahora dime ¿qué te pidió Roxanne a cambio?
- El collar de mi madre- conteste, sentí que me apretaba más contra su cuerpo, no estaba feliz con la noticia- ¿Cómo lo conseguiste?- pregunte.
- No estoy nada orgulloso por lo que hice –suspiro –una vez registre la oficina del rey, en uno de los cajones lo halle, imagine lo que significaría para ti tenerlo, así simplemente lo tome.
- ¿Lo robaste? – pregunte incrédula, jamás lo creí capaz de algo semejante.
- Yue ahora hoy asuntos más importante de que ocuparnos- dijo seriamente, supuse que no quería profundizar en lo orígenes de la joya, ahora eso carecía de importancia, la dueña de el en este momento es Roxanne, aún recuerdo cuando ella entro impetuosamente a mi casa, me encontró con el en mis manos, quedo maravillada con su belleza, pero la mención de Daniel me saco de golpe de mis pensamientos – hablare con tu breenum- anuncio.


No pude ni si quiera replicar, debido a que Tam ya se hallaba dentro de su habitación, yo por mi parte me quede en la sala tratando de entender que era lo que le sucedía a mi corazón, que pasaba de la inmersa alegría a la completa furia.


(Daniel)
Desperté y observe a Yue con una cara de infinita tristeza, quise disculparme por hacerla pasar por ese sufrimiento, pero ella me lo impidió alegando que necesitaba descansar, le hice caso, supuse que cuando volviera a abrir los ojos me encontraría nuevamente con ella, pero para mi sorpresa fue Tam, quién estaba junto a mi, decidí ignorarlo y me dispuse a analizar el estado de mi cuerpo, Roxanne había hecho un magnifico trabajo curándome, me sentía en condiciones de levantarme correr un maratón si era necesario, sin embargo ser mimado por un tiempo por Yue era una muy tentadora idea, pero antes debía disculparme con ella, ¡si seré idiota!, no dejo de preocuparla; en eso me encontré con la mirada de Tam, parecía ansioso por comenzar a discutir, pero no podía estar más equivocado, su puño impacto en mi mejilla, le iba a contestar, pero el pareció percatarse de lo que acababa de hacer, se notaba asombrado.


- ¿Cómo pudiste ser tan estúpido? – dijo entre dientes, apenas se podía controlar - ¡¿Cómo no te has dado cuenta…de lo que ella siente por ti?!-grito indignado.
¿A que se refería?, iba abrir la boca para replicar, me mando a callar de inmediato.
- Haz ido demasiado lejos, la falta que cometiste inevitablemente te llevara a un castigo bastante doloroso, ni si quiera comparable con lo que viviste en la ceremonia, pero te ofrezco una solución – me miro fijamente – márchate, convenceré a Rhiannon para que te devuelva a tu apariencia humana, te iras de aquí, nunca, jamás te acercaras a estos bosques ¿te queda claro?, tienes hasta mañana para responderme, espero una respuesta favorable de tu parte, porque déjame aclararte que nunca estarás a la altura de alguien como Yue, no mientras mi padre este en el poder.
- ¿La amas?- pronuncie, mientras hablaba me di cuenta de la razón de su ofrecimiento, todo se me aclaro, era lo más natural siendo ella su prometida, pero no se porque fui tan ciego; él me miraba asombrado, como si le hubiera entregado una gran revelación, es que acaso ¿Tam no se había dado cuenta de sus propios sentimientos?
- Sí- contesto titubeando – pero no pienso discutir eso contigo, tienes hasta mañana para darme tu respuesta.


Se marcho, escuche como conversaba con Yue, pero no pude entender nada de la charla, luego escuche un portazo, ahora estábamos solos, finalmente podría disculparme.
Ella entro con el rostro contorsionado por la furia, esto no iba a ser fácil.


- ¡Porque me traicionaste! – grito con lágrimas en lo ojos –yo…confíe en ti, ¿Porque? – pregunto, intente acercarme, no era capaz de verla así, tan descontrolada -¡suéltame, no me toques!, te odio, como pudiste hacerme eso, yo…yo que pensé en arriesgar todo por sacarte de aquí…y- susurro, lágrimas brotaban por sus mejillas, no pude más y la abrace, ella se resistió, pero no la deje escapar –yo a ti no te importo…porque…
- ¿Perdóname?, yo no…-no sabía como justificar lo que había hecho -…lo que menos quería era hacerte daño, pero me sentía atrapado, por favor ¿perdóname?
- ¡No!, nunca lo haré, tú…


Comenzó a golpearme en el pecho, fui un egoísta, nunca pensé que mi imprudencia le causara tanto dolor, yo lo que menos quería era herirla, por eso me arriesgue, no deseaba que ella saliera lastimada al intentar cambiarme, sin darme cuenta unas lágrimas se escurrieron por mi cara, ¡que clase de consolador era yo!, ella jamás me perdonaría, creo que ya es demasiado tarde para enmendarlo, ahora mi única meta es calmar a Yue.


- ¿Qué tal si hacernos un trato? –dije tratando de animarla.
- ¿Un trato?- pregunto intrigada, había mordido el anzuelo, continué mi pequeño discurso.
- Tú me perdonas y yo a cambio, te perdono por haberme convertido en un breenum, ¿Qué te parece?- pregunte esperanzado.
- ¿Qué me parece?- río histéricamente –y yo porque querría tú perdón, ya no significas nada para mí, ¡nada!-grito.


Se aparto de mí, se marcho con un gran portazo, en ese momento tome una decisión aceptaría la propuesta de Tam, era lo mejor, él definitivamente la puede hacer feliz, pero no me iría sin intentarlo, aunque sea una vez más, conseguiré el perdón de Yue.


(Yue)
Tam salió muy perturbado de la habitación de Daniel, le pregunte que le pasaba, pero el me ignoro, y se fue del lugar; irrumpí en la alcoba de mi breenum, con la única intensión de exigirle una explicación, quería saber que le había dicho Daniel para dejar a Tam tan trastornado, pero fueron otras las palabras que salieron de mis labios, me encontré exigiéndole una explicación a su traición, él intento consolarme pero no se lo permití, me pidió perdón, pero ya era demasiado tarde, ¿Por qué no compartió sus temores conmigo?, ahora que lo pensaba no sabía nada sobre él, salvo su nombre y edad, al fin de me daba cuenta que nunca confío en mí, solo me uso, comencé a golpearlo, quería castigarlo de alguna forma, sentí mis lágrimas caer en mi cabeza, realmente estaba arrepentido, deseaba creer que sí, pero después de lo que acaba de pasar, no se sí volvería a confiar en él, acaso no se daba cuenta de los problemas que causo, consumió un flor que iba a ser parte del licor que beberíamos en la siguiente luna llena, no quería pensar en el castigo que le impondrían, ¡Por que no creyó en mí!, todo se habría solucionado si lo hubiera hecho. Me sugirió un trato, aquello me intrigo, pero no resulto ser más que una artimaña, ¿se burlaba de mí?, después de todo lo que me dijo en aquella ocasión, ahora cambiaba de opinión tan fácilmente, me puse a reír, hace un par de días habría dado lo que fuera por aceptar su perdón, me era insostenible seguir más allí, tenía que alejarme, salí corriendo de la casa, sin quererlo llegue a aquel lago, porque siempre cuando deseaba olvidarme de él, me dirigía a un sitio donde estaba lleno de sus recuerdos.


Espero sus comentarios, Quejas, críticas, amenazas de muerte, todas serán bien recibidas.

viernes, 24 de diciembre de 2010

La Flor Lunar

Capitulo VII

(Daniel)
Mi cuerpo ardía, sea lo que me hayan hecho, termino por dejar mi cuerpo completamente agotado, y adolorido, borrosamente pude distinguir la silueta de Yue, parecía un ángel, el mismo ángel que pensé que era al verla entrar en la sala esta tarde, se inclino junto a mí, me puso un paño frío, se veía triste, intente balbucear algo para averiguar que le sucedía, pero me fue imposible.


- Solo me causas problemas –susurro.


Al oírlo un nudo se formo en mi garganta, deseaba decirle que no se preocupara por mí, que estaba bien, pero a quién engañaba, cuando el mínimo esfuerzo me producía un horrible dolor, aún me pregunto como pude evitar dar un alarido cuando el hechizo me poseyó, pero sabía que sin importar lo que me pasara no les daría en el gusto, podría ser que el orgullo fuera mi principal móvil, en realidad no tengo la menor idea, solo...no se que me paso, pero al menos conseguí darle una lección a todos los gruceen, podrían haberme convertido en su esclavo, pero eso no significaba que aceptaría sus ordenes de buen grado, lucharía por alejarme de ellos, con ese último pensamiento vague a la inconsciencia.
Un fuerte dolor en el pecho me despertó, no pude evitar gemir, me di cuenta que la causa era Yue aplicándome una sustancia verdosa.


- ¡ay!, duele, se más cuidadosa – le exigí, parecía enfadada, luego observe sus ojeras, debió despierta toda la noche cuidándome, que bruto soy- perdóname, no debí hablarte así, pero es que...esa cosa me produce mucho ardor- agregue, tratando de sonar razonable.
- Deja de quejarte, este ungüento te ayudara a sanar más deprisa –suspiro - ¿Por qué hiciste algo tan estúpido?, interrumpir el momento en que el rey se divertía con la ofrenda... fue lo más irracional que he visto...estamos hablando de un simple breenum, se iba a curar de todas formas.


Cada palabra que salía de sus labios incrementaba exponencialmente mi enojo, como se atrevía a decir algo tan cruel, tan insensible, como alguien que paso la noche cuidándome fuera capaz de hablar con tanta ligereza del sufrimiento de otro ser vivo.


- ¡¿Qué podría entender un monstruo como tú?!


Me arrepentí luego de haberlo pronunciado, no era su culpa, no es que quisiera justificarla, pero su sociedad, y sus principios si es que los tenían, eran muy diferentes a lo que yo estaba acostumbrado en mi mundo, pero aún así, me dolió escuchar esos pensamientos venir de ella, ¿sería capaz de cambiarla?, Yue despego sus labios, claramente para gritarme, pero fue todo lo contrario.


- Y si te dijera que soy mitad monstruo- susurro.
- ¿Qué?
- Me escuchaste claramente- dijo exasperada – que pasaría si te dijera que soy mitad monstruo...que por mis venas también corre sangre humana como la tuya, ¿seguirías pensando lo mismo de mí?- contesto, vi tristeza en sus ojos, como si esperara una respuesta para sus replicas.


Estaba aturdido, primero creía que se trataba de una broma, al repetirlo me convencí de que no era así, ¡como podía asimilar semejante información!, me di cuenta que había tardado mucho en darle una respuesta y ella comenzaba a retirarse del lugar.


- ¡Por supuesto que lo cambia!, pero...-grite, aún no sabía como decirle lo que pensaba al respecto sin herirla –tu te criaste entre gruceen ¿no?, lo de “monstruo” lo dije porque....-suspire, ahí vamos- ...porque que te importa tan poco el sufrimiento de alguien tan joven como Alice.
- ¿Joven?- pregunto, y en su rostro se observaba la confusión y la diversión al mismo tiempo, ¿qué era tan gracioso? –Alice tiene setenta años.
- ¡setenta años, eso...eso no es posible! – conteste alarmado, ella se río de mi reacción, cada vez que lo hacía me dejaba sin aliento.
- Recuerda que somos inmortales –dijo como si le estuviera explicando a un niño.
- Espera eso significa... ¿Cuántos años tienes?
- Diecisiete años ¿y tu señor insolente?- preguntó divertida, al parecer se percato del hilo de mis reflexiones al imaginarme sirviendo a una anciana.
- Yo tengo veintiuno...aún no puedo creer lo de Alice.
- Bueno, dejemos esa charla hasta aquí- aún la sonrisa cubría su rostro – necesitas descansar.


Siguiendo su concejo dormí profundamente. Los rayos del sol me despertaron la mañana siguiente, me tope con la sorpresa de encontrar a Yue dormida, se encontraba arrodillada cerca de mi cara, a unos pocos centímetros de mi brazo, la estudie se notaba incomoda, aquella vista me cautivo, se veía tan tranquila y en paz, sin darme cuenta me encontré acariciando uno de sus cabellos, me detuve al instante, no quería despertarla, y mucho menos que me encontrara acariciándola tiernamente, en eso sus párpados comenzaron a moverse, y cerré mis ojos simulando estar dormido, la oí estirarse y quejarse levemente, luego se acerco, mí corazón latía velozmente, no solo por el hecho de ser descubierto, sino también por su cercanía, estaba comprobando si tenía fiebre, no pude soportarlo más y abrí mis ojos, topándome con los suyos, parecía sorprendida, avergonzada por ser encontrada in fragante.


-eh…bueno-titubeo – te ves bien…quiero decir- agito su cabeza, que tierna se veía- al parecer tus heridas están mejor, ¿Te puedes levantar?


Lo intente, a pesar del dolor, logre sentarme, ella parecía aliviada, se mordió el labio, estaba nerviosa, eso me asustaba.


- Tienes razón al pensar mal de mí, lo que dije ayer fue sádico, te pido disculpas por mis palabras.


Aquello me pillo por sorpresa, jamás creí oírla decir algo así, ¡reconocía su error!, eso para ella significaba un paso muy importante.


- Acepto tus disculpas- conteste, pero al parecer no solo eso lo que le preocupaba- ¿hay algo más que me quieras decir?


Ella me miro fijamente, para luego apartar su vista, movía enérgicamente sus manos, tenía que ser un asunto grave, ¿acaso Tam estaba involucrado en su angustia?, o tal vez la infracción que cometí era la causa, cada minuto que pasaba me desesperaba más, ¿Qué era lo que la tenía así?


- Lo siento –soltó de golpe- se que fui muy egoísta al convertirte en mi breenum, solo…- observe sus ojos brillar, estaba al borde de las lágrimas -¿me perdonas?


¡Como se atrevía a pedirme perdón!, después de todo lo sucedido, de todo lo que su pueblo y ella me había hecho, cree que un simple “lo siento” lo borraría todo, jamás aceptaría sus excusas, jamás, le agarre el brazo con violencia, había recuperado algo de mi fuerza, no dejaría que huyera.


- Esta conversación aún no ha terminado- sisee.



(Yue)
Me tenía fuertemente apretado el brazo, su cara reflejaba furia, ira, pero eso no me importo yo también estaba enfadada, y aunque podría haberme soltado fácilmente de su prisión, no lo hice, ya que el simple hecho de provocarle algún daño en el intento me aterro, pero estaba dolida, después de que finalmente entendiera la magnitud de los que había hecho, él lo desperdiciaba de esa forma, fui una ingenua al creer que la respuesta sería diferente, que aceptaría de buen grado mis disculpas.
Daniel parecía arrepentido por la brusquedad de sus últimas palabras.


- Yo...
- ¡No lo digas!- le interrumpí, me aterraba escucharlo, pero le recite lo que supuse que iba a decir- No digas que de haberme conocido en otras circunstancias podríamos haber sido amigos.
- Yue…


Me levante soltando mi brazo, no quería escuchar ninguna excusa, nada que me hiciera tener esperanzas de que nuestra relación cambiase.
Me lance contra mí cama, tape mi cabeza con la almohada, deseaba olvidar todo lo sucedido, a lo lejos escuche la voz de Daniel, más detenidamente me di cuenta que gritaba, de un salto me levante, sus alaridos resonaban en toda la casa, era extraño que nadie viniera a averiguar que sucedía, lo más probable es que creyeran que estaba castigando a mi breenum, por su imprudencia.
Sabía que en algún momento debía volver, necesitaba chequear sus lesiones, pero aún no me sentía preparada; un fuerte golpe me alerto, sonó como si...un gran peso se desplomara, lo oí gemir, salí rápidamente, encontré a Daniel en el piso susurrando mi nombre.


- ¿Pero que haz hecho?- pregunte enfadada, lo vi sonrojarse, se notaba enojado por su arrebato
- Yue, yo haría lo que fuera por evitar hacerte daño, pero...-dudo un segundo, meditando de si debía o no continuar, tomo mi mano y me miro fijamente-...pero a ti no puedo mentirte, no cuando tu eres tan honesta conmigo – termino con una sonrisa –eso es lo que más me gusta de ti –pareció tan asombrado por lo último al igual que yo, a pesar de ser lo más amable que me ha dicho desde que nos conocimos tenía que sacarlo de su error.
- Solo contigo soy sincera –susurre.


Nos quedamos mirando sin decir nada; pasaron los minutos, ninguno podía apartar la vista del otro, hasta que un ruido rompió nuestra conexión, me levante, antes de marcharme observe los ojos de Daniel, y pude ver que me suplicaba que no fuera a abrir, pero eso no era posible, tal vez se trataba del rey o Roxanne ofreciendo sus servicios, cuan equivocada estaba, ya que quien me esperaba en la puerta no era otro que Tam. Lo hice pasar, espere sus descargos, pero el se limito a caminar por toda la sala, finalmente se detuvo.


- Ayer no debí dejarte sola, es normal que estés enfadada conmigo.
- Te equivocas – replique rápidamente –pensé que tu...
- Yue...-tomo mi rostro entre sus manos –Yo jamás podría pasar mucho tiempo enfado contigo, y.... ¿cómo está el enfermo?- pregunto dudoso.
Realmente le importaba su bienestar, se lo dije y en su rostro se reflejaba una mezcla de enfado y diversión.
- Esta bien, lo reconozco, no estoy muy interesado en el bienestar de tu breenum, pero –me jalo junto a él, su mano descansaba en mí cintura – aunque, me duela reconocerlo, se lo importante que es él para ti, por eso considere que al menos por respeto a ti, debía consultar por su salud.


Aquello me dejo sin palabras, no sabía que decir; mientras me debatía internamente Tam me interrumpió.


- Pero la verdadera razón por la que vine, es porque...-respiro profundamente, me estaba poniendo nerviosa –voy a luchar por ti –anuncio.
- ¿Qué quieres decir? –pregunte anonadada.
La situación se tornaba cada vez más incomoda, me preguntaba si Daniel estaría escuchando; nos fuimos acercando hasta que quedamos a solo unos centímetros del otro.
- Ambos sabemos que la relación entre Daniel y tú dista mucho a la de un sirviente con su amo, ¡no dejare que continué así! – expreso enérgicamente - ¡Tú eres mi prometida!, por eso no permitiré que un recién llegado te aparte de mi lado.
- ¿Y cómo piensas conseguirlo?
- Viniéndome a vivir aquí –sonrió maliciosamente –te presento a tu nuevo inquilino –pronuncio con una cara que no admitía replica.


Luego me beso la coronilla y se fue, y yo que creí que la situación de ayer fue incomoda, no quería ni imaginarme lo que sería tener a Daniel y a Tam bajo el mismo techo, aún no asimilaba lo que acababa de suceder.


(Daniel)
Cuando Yue regreso se notaba distraída, quise conocer la identidad del visitante que la dejo así, pero no deseaba perturbarla más.


- Con lo adolorido que estoy, aceptaría de buen grado la ayuda de Roxanne –sugerí en tono de broma, con la única intención de levantarle el animo, pero vi el horror en su rostro, supe que lo había estropeado.
- No sabes lo que dices....-contesto enfadada –ella usaría cualquier excusa con tal de conseguir algo a cambio - parecía dudar de sus siguientes palabras –jamás confíes en un gruceen o estarás en problemas.
- Entonces definitivamente estoy en problemas, porque yo confió en ti.
- ¡Pues...deja de hacerlo! – grito.
- ¿Porque? – pregunte confuso.
- Porque...-dijo irónicamente como si se riera de un chiste interno, enfocó su vista en el piso, ya más serie agrego –porque...no quiero defraudarte.
- No lo harás.
- ¡Como puedes estar tan seguro! – me miro con sus ojos negros que invitaban a perderse en ellos.
- No lo sé, solo...quiero creer que será así.
- Pues deja desilusionarte de inmediato –al parecer estaba complicada con lo que iba a decir – de ahora en adelante Tam vivirá con nosotros.


Me levante de un golpe, eso provoco una ola de dolor recorrer mi cuerpo, ¿en que estaba pensando Yue?, analizándolo mejor tal vez sería algo bueno, así tendría vigilado a Tam y evitaría que se acercara demasiado a Yue.


- No me opongo.
- ¿Pero quien te estaba pidiendo tu opinión?, solo te informaba – suspiro exasperada – ahora déjame ver el estado de tus heridas.


Delicadamente limpio cada una de mis llagas con sus suaves manos, unto esa sustancia verdosa, como siempre lo hacía, me ordeno descansar, yo como buen esclavo le hice caso.
Han pasado tres días desde la ceremonia, mi cuerpo ya se encontraba prácticamente recuperado, lo mismo sucedió con mis heridas, mi estomago gruño demandando comida, me levante y como si hubieran adivinado mis pensamientos, sobre la mesa se encontraba una bandeja con fruta junto con otras hiervas, no era un gran festín, pero cualquier cosa a morirse de hambre, me acerque lentamente, Yue se percato de mi llegada, me regalo una bella sonrisa, la cual la observaba cada vez más a menudo.


- Me alegra ver que ya puedes caminar –dijo, finalmente Yue me estaba valorando, pero creo que llegue a esa conclusión demasiado rápido, ya que ella agrego – pronto podré contar con tus servicios en la recolección.


Oír aquello hizo explotar mi pequeña burbuja interior, no quise darle más vueltas al asunto y me concentre en mi desayuno, el cual no ha variado desde mi estadía en este extraño pueblo.
Cuando estaba terminando Tam irrumpió en el lugar con bolso en sus manos, me lo arrojo con tal fuerza que perdí el equilibrio, hubiera impactado contra el suelo de no ser por Yue, sin quererlo termine en sus brazos, observe su rostro, este estaba contorsionado por la furia.


- ¿Qué crees que estas haciendo? –increpo Yue.


Tam que aún permanecía en el umbral de la puerta parecía asombrado, pero poco a poco su rostro compartió la misma expresión que el de Yue, ira, cerro la puerta, al parecer para evitar que algún incauto escuchara la discusión que estaba por venir.


- ¿Qué creo que estoy haciendo?- pregunto Tam irónicamente- realmente quieres saberlo –amenazo – pues bien te lo diré, le estaba dando una lección a tu breenum, acaso no te das cuenta que lo consientes demasiado – río – obviamente no ¿cierto? –dijo mirándonos a ambos, me percate que aún seguía en sus brazos, ella se dio cuenta de lo mismo, se aparto delicadamente, no quería que se marchara, siempre que lo hacía me invadía ese sentimiento de perdida; Tam pareció más tranquilo una vez que nos separamos, exhalando un sonoro suspiro, al menos eso pensé.
- ¡Tú eres un insignificante breenum!- me grito – jamás podrás estar a mi altura y mucho menos a la de Yue, así que deja de comportarte como un niño consentido y acepta tu realidad, no permitiré ninguna falta, porque las...
- ¡Basta! –intervino Yue –Tam por si lo haz olvidado Daniel es mío.


¿Qué significado tenía eso?, las palabras de Tam me habían tomado por sorpresa, pero esto era diferente, Yue me estaba reclamando, yo...yo no permitiría algo así, no soy un objeto del cual se puedan apropiar, soy un humano, y como tal haría valer mis derechos, pero por primera vez no me deje llevar por mi impulsos, deje que los gruceen que tenía frente a mí arreglaran sus problemas transformándome en un espectador.


- No es necesario que me lo recuerdes –respondió dolido Tam.
- Lo que quiero decir... – se aproximo a Tam, lo tomo de las manos, pero note que aún quedaba un rastro de ira en ella-...es que si alguien debe castigar a Daniel, esa seré yo – advirtió, nunca le había escuchado ese tono de voz, tan gélido y calculador a la vez, inclusive a mi me intimido, luego se aparto bruscamente de Tam, pero este la aprisiono de los hombros.
- Soy tu prometido, y tu como mi novia, no deberías cuestionarme- suspiro- cuando lo que estoy haciendo es para evitarte problemas –pronuncio.


Vi la barbilla de Yue temblar, es que tenía miedo, acaso Tam le estaba haciendo daño, me acerque con la única intención de alejarla de esa situación, pero no alcance a llevar acabo mi objetivo, por que Yue se arrojo a los brazos de Tam, el cual respondió de inmediato a ese impulso, sin antes oír un “lo siento” provenir de los labios de mi ama, en cambio yo quede paralizado, una vez que se me paso el estupor me aleje de ahí, definitivamente no me iba a quedar mirando a ese par, dejaban claro que sobraba, solo pensé en huir, sin darme cuenta me encontraba en el bosque.



(Yue)
- Soy tu prometido, y tu como mi novia, no deberías cuestionarme- suspiro- cuando lo que estoy haciendo es para evitarte problemas –pronuncio.


No supe que decir había malinterpretado cada una de sus palabras, la única explicación que poseía es que fui segada por la furia, no quise ver que Tam intentaba rescatarme de una situación que cada vez se tornaba más peligrosa; muchas veces a través de mis reflexiones llegaba a la misma conclusión “tenía que alejarme de Daniel”, pero todas mis convicciones se desvanecían en el instante en que estaba en su presencia, no se como lo conseguía.
En ese momento lo que menos quería era que mi breenum me viera en es este estado de descontrol, perdería el poco respeto que me tenía, por eso oculte mi rostro en el pecho de Tam, también por que no deseaba que él se percatara de lo especial que era para mí.


- Lo siento –susurré, dirigiéndome tanto a Tam como a Daniel.


Existen muchas razones por las cuales uno no debe ser amistoso con un breenum, y mucho menos ser amables con ellos, reglas que ignore, pero el principal recordatorio era la lección que me enseñaron mis padres. Desde pequeña siempre supe que estaban muertos, las razones nunca se me revelaron oficialmente, por eso guiada por la curiosidad ingrese a esa habitación hace nueve años atrás, aunque ahora comprendo que tal vez eso fue una acción innecesaria, ya que mientras crecía pude suponer los motivos, aprendí que los gruceen y los breenum no se mezclan, no solo por ser de clases distintas, puesto que sería humillante para todos los gruceen, el linaje tiene un papel fundamental en mi pueblo, pero más insultante fue que el recolector se uniera con una humana, de la poca información que tengo, sé que mi padre no la convirtió, no cometió mi error, eso me alegro un poco.
Era en estos momentos en donde me gustaría tenerlos conmigo, aunque lo más angustioso es saber que si yo no hubiera nacido, tal vez él seguiría aquí, ya inevitablemente mi madre la hubieran matado, pero en el instante en que existí ellos ya no fueron necesarios, quizás me esperaba el mismo destino, ser asesinada una vez que mi hijo o hija nazca, probablemente esos eran los planes del rey para mí, pero no contaba con nada para probarlo, solo suposiciones.
Me di cuenta que me encontraba rodeada por lo brazos de Tam, y que varias lágrimas corrían libremente por mis mejillas, en ese momento escuche cerrar la puerta, aquello era lo mejor, así me daría tiempo para calmarme y recuperarme.
Continuamos así no se por cuanto tiempo, hasta que finalmente Tam levanto mi barbilla, me miro fijamente mientras limpiaba mis pómulos, acerco su frente a la mía, me prometió que tomaría las medidas necesarias, no sabía si agradecerle el gesto o temerle a las acciones que realizaría, luego salió de de la casa.


(Daniel)
¿Por qué razón llegue aquí?, sin quererlo estaba en el sitio donde conocí que era exactamente la flor lunar, este lugar estaba cargado de recuerdos, por lo cual no era el sitio más adecuado para sacar a Yue de mis pensamientos, no debería haberme comportado de esa forma, salir como un cobarde, ese no era mi estilo, pero esa escena no dejaba de revolverme el estomago, lo que más me molestaba era saber que yo no podía hacer nada para evitarlo, Yue era libre de hacer lo que quisiera, además yo me marcharía pronto de todas maneras, aunque realmente era eso lo que deseaba, abandonarla en lo brazos de Tam, como lo hice hace unos minutos, tenía que dejar de pasar en eso, debo concentrarme en mi objetivo que era largarme de este pueblo lo más pronto posible.
A lo lejos distinguí una figura, se trataba de un gruceen de eso no había duda, tense mis músculos, debía estar preparado para cualquier posible ataque, estaba expectante, aguante la respiración, la cual solté de golpe, porque me di cuenta de una cabellera blanca, la que se acercaba no era otra que Yue, se notaba pensativa, algo distraía también, tanto que casi choco conmigo.


- ¿Y tú que haces aquí? – pregunto desdeñosamente.


Hace tiempo que no oía ese tono de voz, desde el momento en que nos conocimos, era como si el poco tiempo que llevábamos conociéndonos jamás hubiese ocurrido, que el respeto que percibía desde la ceremonia se esfumara, no entendía nada, ¿Por qué se estaba comportando tan fríamente conmigo?


- ¿Qué esperas para contestarme? – agrego impaciente.
- Yo…- dije nervioso, estaba tratando de encontrar alguna excusa, además que aún seguía descolocado por esa nueva actitud -…buscaba la flor lunar- conteste, pero de inmediato me percate que ella no me creyó en absoluto.
- Se te olvida que solo yo puedo encontrarla- respondió como si le estuviera explicando a un niño.
- No, pero tal vez por casualidad puedo hallarla.
- Eso es imposible –contesto rotundamente.
- ¿Quieres probar? – vi un brillo malicioso surgir en sus ojos, realmente iba a aceptar mi reto.
- Esta bien, tienes una hora para encontrarla, y te daré una pista – cerro los ojos, creo tratando de percibirla –esta a cincuenta metros a la redonda – dicho esto se acerco a una roca y se sentó.


Comencé a recorrer el sector al menos este sitio lo conocía relativamente bien, le demostraría que estaba equivocada, con es pensamiento reanude mi búsqueda.
Pasaron lo minutos, pero aún no encontraba nada, y dirigí mi vista a Yue, observe una sonrisa decorar su rostro, realmente se estaba divirtiendo, aquello me alegro, sin importar que yo fuera el motivo, comenzaba a creer que durante su infancia no tuvo mucho tiempo para entretenerse como lo estaba haciendo ahora.


- ¿Ya te rindes?- grito.
- ¿Tú que crees?- conteste.
- Definitivamente creo que no, jamás renunciarías a algo – o a alguien agregue mentalmente, sería ella la primera excepción en mi vida – pero lamento decirte que solo te quedan dos minutos.


En ese poco tiempo realice un sondeo general, ¿Dónde estaba?, en eso Yue se acerco, supe que el tiempo se había terminado, me sentí frustrado, pero ella parecía triste, era extraño, hace un momento reía felizmente y ahora…no entendía nada.


- Es algo de herencia familiar, solamente los miembros de mi familia pueden encontrarla – se volteo hacia mí, me regalo un intento de sonrisa, estaba intentando ocultar su melancolía, quería exigirle que me explicara que le pasaba, pero me abstuve, porque sea cual sea la causa, lo que menos quería era remover viejas heridas, de eso yo sabía de sobra – Estuviste muy cerca – dijo, me costo recordar de que me hablaba, me había perdido en mis pensamiento – te mostrare.


Nos dirigimos hacia un árbol, el que solo hace unos minutos recorrí, era imposible, pero luego la vi, aquella inconfundible flor, Yue la tomo entre sus manos, definitivamente ella tenía razón, puede sonara extraño, pero era como si la planta solo se mostrara a ella, yo di muchas vueltas por ahí y no la vi, estoy seguro que fui muy cuidadoso en encontrarla.
Como ya no existía ningún otro asunto que nos retuviera, nos dirigimos hacia la casa de Yue, donde nos esperaba Tam, este parecía enfadado, aquello se acrecentó cuando poso su mirada sobre mí, luego observo la flor, creo que eso lo calmo un poco, finalmente sus ojos se fijaron en Yue.


- Tenemos que hablar- dijo – a solas.


No quería irme, deseaba enterarme de lo que pasaba, que era lo tan grave que tenía a Tam perturbado, dude un poco, pero finalmente decidí marcharme, sin importar lo que fuera no era de mi incumbencia, pronto me iría de aquí, debía grabarme eso como fuego en mi mente y también en mi corazón, me dirigí a mi habitación.




(Yue)
Una vez que Daniel desapareció del lugar, me dirigí a Tam.


- ¿Qué sucede? – pregunté acariciando su rostro, estaba tenso pude sentirlo en los músculos de su cara, algo terrible le debe haber pasado.
- Yue…-suspiro, aparto su mirada, pero en cambio sujeto mi mano- vengo de la casa de mi padre, y…- se mordió el labio, estaba nervioso – se ha decidido la fecha de nuestro enlace.


Solté bruscamente su manos, eso no podía estar pasando, cuando hice el trato prometí que sería “algún día”, sin fecha, pero si se lo decía estaría en problemas, porque obviamente se daría cuenta que había jugado con él y me obligaría de otra forma, tal vez me amenazaría con hacerle daño a Daniel o incluso a Tam, a pesar de que fuera su hijo, con tal de conseguir sus objetivos sabía que no tenía límites, cualquier decisión que tomara ninguna tenía un final agradable.


- Fue tu idea – conteste, esa era la única explicación.
- No, Rhiannon lo sugirió – susurro apenado, parecía algo avergonzado.
- ¿Lo sugirió?- pregunte intrigada.
- No es lo que tu piensas –agrego rápidamente –simplemente estábamos conversando con él sobre mi futuro como gobernante, y en ese momento menciono que sería adecuado que el enlace fuese pronto…-iba a replicar, pero el me interrumpió -…el rey no es tonto, se ha percatado de tu cercanía con el breenum.
- Pero el rey solicito que fuera pronto, no dio ninguna fecha en específico.
- ¿Tan desagradable te resulta enlazarte conmigo?- preguntó tímidamente.
- Sabes que no es eso lo que me preocupa, si yo…-no podía decirlo, si lo hacía sentiría que mis temores se volverían realidad.
- Claro que se lo que te tiene así- dijo calmadamente – discúlpame fui un tonto al creer lo contrario, pero quiero que sepas que yo te protegeré, haré lo que sea para mantenerte a salvo.


Dicho esto me abrazo fuertemente, como si temiera perderme, deseaba fervientemente creer en sus palabras, pero si Tam tenía razón, entonces Daniel estaba en peligro, a pesar de que no me gustara la idea, tendría que ayudar a mi breenum a escapar.
Luego de esa charla me dirigí a mi habitación, tenía muchas cosas en que pensar, ¿Era mi deber ayudar a Daniel?, mi vida sería más fácil si simplemente dejara las cosas como están, pero no podía, mi deseo por protegerlo era más fuerte que mi lado racional, tal vez si le pidiera ayuda a Tam, juntos podríamos gestar un plan, pero de inmediato deseche esa idea, no lo podía involucrar en más problemas; me sentí desesperada, rodé sobre mi cama, percibí la incomodidad de mis alas, por aquel movimiento brusco, pero lo ignore de inmediato, porque una idea se formaba en mi mente, era peligroso, sin embargo era la única opción que tenía, con ese último pensamiento me sumergí en el mundo de los sueños.
A la mañana siguiente me levante, ya no tan optimista como la noche anterior, el peso de lo que iba hacer cayo sobre mí, pero decidí rechazar ese sentimiento de culpa que me invadía, y Daniel ayudo bastante en ese cometido, el solo verlo me hizo confirmar que lo que estaba a punto de hacer, era lo correcto, no podía abandonarlo a su suerte. De inmediato observe unas pequeñas bolsas bajo sus ojos, indudablemente se debía a la falta de sueño, recordé las palabras de Tam “Yo me ocupare de comunicarle a tu breenum que compartiremos habitación, lo mejor es que te vayas a descansar”, ahora viendo el aspecto de Daniel me preguntaba si había sido buena opción dejar a Tam encargarse se ello, pero en este momento existían cosas más importantes de que ocuparme.


- ¿Dónde está Tam? – pregunte ansiosa.
- Salió temprano, dijo que tenía unos asuntos que atender y que volvería en la tarde – contesto molesto.


Esta es mi oportunidad, ¿estaré haciendo lo correcto?, en ese momento mire a Daniel, recordé la forma en que soporto ese dolor, supe que independiente de nuestra cercanía, la cual jamás sería aceptada por algún gruceen, solo necesite recordar lo que le paso a mi padres, además el rey se desharía de todas formas de él, porque Daniel poseía el potencial para armar una revolución dentro de los breenum, tome mi decisión, haría lo que fuera para mantenerlo a salvo.
Salí de golpe de mi residencia, le ordene a Daniel que me siguiera, definitivamente el bosque era el lugar más seguro, además no sería sospechoso que mi breenum y yo nos dirigiéramos allí, siempre podíamos dar la excusa de que estábamos en busca de la flor lunar. Llegamos al lago, aquel lago que alguna vez lo quise traer, el me miraba expectante, no intuía lo que le tenía que comunicar, me voltee no deseaba que viera mi rostro mientras lo decía, a pesar de todo me sentía avergonzada, respire profundamente y comencé.


- Te ayudare a escapar – dije rápidamente, mi corazón latía ruidosamente, estaba nerviosa – existe una forma, pero debes confiar en mí.
- Ya te lo dije una vez, yo confío en ti.
Me tomo de los hombros, y en un relámpago quede mirando esos profundos ojos cafés, me perdí en ellos, acerque mi mano acaricie el contorno de su rostro, pero me aparte de inmediato de su agarre, no podía dejar que las cosas fueran más lejos.
- Yo….-titubeé, no me reponía de lo que acaba de pasar, al parecer a él también lo había tomado por sorpresa, porque movía sus manos sin cesar- yo tengo un plan para sacarte de aquí, así que escúchame atentamente -por fin tuve su atención- te enseñare a volar.
- ¿A volar? – pregunto escéptico.
- Si- afirme.
- Pero aunque consiguiera huir mi apariencia seguiría siendo la de…
- Un monstruo – complete, me sentí ofendida porque el seguía pensando así de mí-… lo sé, tengo la solución para eso, pero antes necesito que aprendas a volar.
- Esta bien, pero ¿Qué me pedirás a cambio?
- ¿A cambio?


No lo había pensado, simplemente quería ayudarlo, pero ahora que el lo preguntaba, supe que no podía desaprovechar esta oportunidad, sabía que él haría cualquier cosa por conseguir su libertad, ahora lo podría a prueba, porque existía algo que solo él me podía entregar, mi deseo más ansiado.


- A cambio quiero tu…- vi el enfado adornar sus facciones, el no pareció esperarse esa respuesta después de todo, se notaba ofendido, pero continué – me cuentes cosas sobre tú mundo.


El silencio se instauro, observe que estaba desconcertado por mi petición, pero como explicarle algo que permanecía oculto en mi corazón por tanto tiempo, y que ni Tam sospechaba.


- Te preguntaras ¿Por qué te pido algo tan insignificante? –dije, él solo se limito a asentir – Porque…- no pude evitar que los ojos se me llenara de lágrimas – mi madre fue humana, no poseo ningún recuerdo de ella, ni de mi padre, pero supongo que al menos saber como era su mundo, me ayudara a formarme una idea…es lo único…yo solo - no lo soporte más y comencé a llorar.


Daniel se acerco a mí, me abrazo mientras me murmuraba palabras de consuelo.


Espero sus comentarios, Quejas, críticas, amenazas de muerte, todas serán bien recibidas.

martes, 14 de diciembre de 2010

Se acerca la navidad!!!

Esta entrada es simplemente por que estoy participando en un concurso, el cual organizado por "libros de ensueño", para dar un poco de penita, tengo una suerte en concursos envidiable (notese la ironía), así que muchas esperanzas no tengo, pero aprovecho de informar que los premios son increíbles, bellos, hermosos....sin palabras, así que participen.

Como un regalo adelantado de navidad, porque mi lado detectivesco a salido, le mostrare el trailer de la peli número 15 de conan (si, son muchas, pero es tan hermoso) se llama El Cuarto de Hora de Silencio, se estrenará el 16 de abril del 2011 en Japón, aparte de eso no tengo mayor información , pero investigare.




Sin más me despido, y no se olviden de participar!!!

domingo, 12 de diciembre de 2010

La Flor Lunar

Capitulo VI

(Yue)
Mientras estuve en la sala sin quererlo comencé a recordar cada anécdota de mi infancia, como Tam me cubría cada vez que estaba en problemas, aunque aquello solo paso una vez, aún seguía nítido en mi memoria, sucedió hace aproximadamente nueve años, quería averiguar como habían muerto mis padres, así que ingrese a una sala restringida, donde solo el rey tenía permiso de entrar, estaba tan concentrada de encontrar algún documento que no me di cuenta de su llegada, vi la decepción y la furia del hombre que se convirtió en un padre para mí, el rey Rhiannon, supe que sería castigada severamente, levante mi barbilla para evitar que se percatara del temblor que reinaba en mi cuerpo, de improviso apareció Tam detrás del escritorio gritando “Yue me encontraste”, con la mayor calma le explico a su padre que estábamos jugando a la escondida, lo cual era cierto hasta cierto punto, ya que yo me aproveche de esa artimaña, o eso creía, estaba claro que Tam me había seguido, y aunque el rey no pareció muy convencido no rebatió nuestra respuesta, solo nos dijo que jugáramos en otro sitio, si no seriamos castigados, a pesar de todo lo sucedido Tam jamás me pidió una explicación.
Una presencia me hizo volver al presente, al tenerlo frente a mí supe que nuevamente estaba en problemas, Tam había mencionado que Daniel y yo éramos demasiados cercanos, ahora me daba cuenta que tenía razón, pensé que el sentimiento de protección que el me inspiraba era por el simple hecho de ser parte de mi propiedad, pero actualmente no estaba tan segura que solo fuera eso, si dejaba ese sentimiento crecer todos los esfuerzo que he realizado durante mi vida se verían desperdiciados, y eso jamás lo permitiría, en ese momento percibí una lágrima caer por mi mejilla, ¿Es que acaso mi corazón no estaba de acuerdo con mi decisión y esa era su maneta de revelarse?, pero antes de que Daniel pudiera preguntar yo intervine.
Le di todas las instrucciones de lo que podía y no podía hacer, a pesar de eso me sentí insegura con lo que sucedería esta noche, trate de ser lo más clara posible, y a pesar de sus múltiples respuestas insolentes, por esta ocasión decidí ignorarlas, hasta le menciones lo peligroso del líquido que bebería esta noche, el cual añoraba con bastante intensidad, me emociono saber que había comprendido la gravedad de la situación, finalmente me fui a arreglar, me anude el pelo con una coleta, me puse un vestido blanco, el cual dejaba mis hombros descubiertos, podía haber utilizado algo de glamour para acentuar mis facciones, pero esta noche no era posible, debíamos mostrarnos necesitados de magia, la cual seria renovada durante la ceremonia.
Me encontré a Daniel en la sala, a pesar de lo simple de su vestimenta, tenía un brillo especial en sus ojos, aquello produjo un escalofrío en mi nuca, ¿Qué estaba planeando?
Una vez fuera, pude observar una larga mesa rectangular que adornaba el lugar, en la cabecera se sentaba el rey, a su izquierda se ubicaba Tam, el heredero al trono, hubo un tiempo donde la reina ocupo ese sitio, pero en el momento de su muerte, Tam asumió ese puesto; junto a él se encontraba Roxanne, quien llevaba un vestido blanco, tenía un corte en V; mire alrededor me di cuenta que todas las sillas estaban ocupadas a excepción de la que se ubicaba a la derecha del rey, la cual correspondía al gruceen de más baja categoría, esa era yo, me dirigí a la silla con la barbilla bien alta, a pesar de mi lugar en la jerarquía le demostraría a todos que era digna de aquel sitio, algo que ofendía a muchos gruceen, me senté y Daniel acomodo mi silla, luego permaneció de pie detrás de mí, hasta el momento todo iba bien.
En eso un breenum se acerco para empezar a servir la comida, pero Tam interrumpió al rey, antes de que pudiera dar la orden.

- Su majestad -¡Su majestad!, Tam nunca trataba al rey con tanto respecto, siempre lo llamaba por su nombre, definitivamente eso no era bueno, entonces recordé sus palabras “Yo me ocupare de que no cometa ninguna imprudencia”, ¿Qué era lo que pretendía hacer? – Creo que Yue como mi prometida debería sentarse junto a mí.

El rey pareció dudar un momento, mientras sentía las miradas de todos sobre mí, esto definitivamente no estaba entre mis suposiciones.

- Tienes razón, ¡Yue! – dijo mirándome –ocupa el lugar que te corresponde.

¡No lo podía creer!, realmente esto estaba sucediendo, ¿había sido ascendida!, sin aplazar el momento, ya que temía que el se fuera arrepentir, me levante, controle lo más que pude mi expresión, ya que el jubilo que sentía era tanto, que pensé que me ahogaría con tanta felicidad; avance por los puestos hasta llegar al otro extremo de la mesa, el cual permanecía siempre vacio, se suponía que se dejaba así por si algún representante de las otras aldeas nos visitaba, lo cual no ocurría hace muchos años, seguí con mi recorrido, y finalmente estaba frente a Roxanne, la cual no se había movido aún, aquello era impropio en ella, pero luego levante mi vista, vi que el gruceen que se encontraba hace un momento sentado junto a mi, al parecer el se negaba a ocupar mi antigua silla, observe su cara de asco como si temiera contagiarse de algo únicamente por sentarse allí, pero solo basto una mirada del rey para que se moviera, de esa forma termine junto a Tam, y nuevamente Daniel acomodo mi silla, realmente estaba haciendo un trabajo esplendido esta noche.

- Debes sentirte muy honrada por ocupar ese sitio – susurro Roxanne –disfruta mientras puedas.

Deseaba responderle, quise hacerlo, pero percibí los dedos de Tam entrelazarse con los míos, sentí su calor y me di cuenta lo fría que estaba, me jaló junto a él, vestía un esmoquin blanco, en realidad todos los gruceen iban de blanco por respeto a la luna.

- Tranquila, solo esta celosa –murmuro Tam a mi oído, enviando múltiples cosquillas a través de el – este lugar perteneció a tu padre, por ende siempre ha sido tuyo.
- Lo he alcanzado solo por ser tu prometida – le susurre de vuelta.
- Tal vez eso ayudo, pero… -parecía buscar las palabras adecuadas, la cuales no existían, era obvio el motivo por el cual me encontraba aquí –…eres la recolectora de la flor, sin ti, todos estaríamos en peligro, ese no es un trabajo menor.

Sentí que mi pulso se aceleraba, aparte mi vista de él, tal vez tenía razón, la labor que realizaba era importante, mi padre lo desempeño en su momento, pero yo era un caso diferente, sería una ofensa compararme con él; estaba tan perdida en mis pensamiento que no me percate que la comida ya estaba servida, fue incomodo comer con una mano, ya que la otra seguía cautiva en los dedos de Tam.
Finalmente llego la medianoche, el rey dejo la mesa, fue en busca de la copa, era impresionante, su contorno era adornado por un lenguaje antiguo, tenía un diámetro treinta centímetros, dentro de el se encontraba un líquido blanco, el que estaba compuesto por cada una de las flores que había recolectado, estas habían sido molidas hasta formar aquella sustancia; lo que nunca dejaba de asombrarme era la metamorfosis que sufría, porque cuando la luna alcanzaba su cenit el fluido cambiada de color, pasando de blanco a celeste, el primero en beber fue el rey, luego lo hizo Tam, haciendo inevitable la separación de nuestras manos; luego me entrego la copa, debíamos ser cuidadosos, ya que todos teníamos que alcanzar un poco, siempre era la última en beber, por lo tanto jamás tuve que controlarme. Sentí el líquido caer por mi garganta, llenándome de calor a su paso, todas mis inseguridades se desvanecieron, quería más, deseaba que esa sensación de confort permaneciera, me sentía poderosa, y fue muy difícil renunciar a ella, me afligía entregar ese precioso tesoro, pero tenía que hacerlo, ya que privarnos de el podría provocar que nos enfermáramos, y morir en el proceso, así que cedí la copa, espere pacientemente mientras cada gruceen en la mesa bebía, todos debíamos permanecer en silencio durante ese proceso.
Cuando finalmente termino, el rey se llevo la copa, luego cada uno nos levantamos en orden de jerarquía, Daniel seguía detrás de mí, y a solo unos pasos más allá el rey nos esperaba, él me miraba fijamente, comprendí lo que esperaba, y al igual que hace nueve años atrás no supe que decir.


(Daniel)
Frente a mí estaba el líquido que me daría la llave a mi libertad, Yue lo bebía con una urgencia, solo tenía que acercarme unos metros, pero percibí la afilada mirada de Tam, y supe en ese momento que si daba algún indicio de que pensaba hacer algo sospecho me detendría en el acto, y antes de que pudiera hurgar un plan, la copa paso a manos de Roxanne, con ella mi oportunidad se había esfumado, un gran vacio me invadió, me sentí frustrado, estuve tan cerca, en eso comenzaron a levantarse, seguí a Yue como lo he estado haciendo toda la noche, se veía contenta. Cuando llegamos donde el rey este miro inquisitivamente a Yue, la sentí tensarse, aquello no auguraba nada bueno.

- Esta noche ha sucedido algo inesperado, la ascendencia de Yue ha modificado a nuestra ofrenda, así que Yue nos harías el honor.

Yue permaneció en silencio, se notaba que estaba preocupada, todos comenzaron a mirarme, pero sus atenciones se desviaron cuando Tam intervino.

- Padre creo que sería una descortesía para el breenum de Roxanne, la cual estoy segura que añoraba este momento.

El rey pareció analizar la propuesta, no entendía que era lo que tenían planeado para mí, pero prefería enfrentarme a aquello, que aceptar la ayuda de Tam, después de haber pasado toda la noche coqueteando con Yue, y esta parecía bastante agradecida con su intromisión, ¡ya estaba harto de esta situación!, pero Rhiannon no parecía percatarse la comunicación silenciosa que mantenía Tam y Yue en ese momento.

- Tienes razón, Roxanne nos harías el honor.
- Por supuesto su alteza –respondió con un tono condescendiente, mientras me miraba con recelo – ¡Alice muévete!

Y pude observar a la breenum de pelo rubio se encontraba a unos pasos de mí, parecía muy joven, no debía superar los quince años, sentí mucha pena por ella, al imaginarme como estas criaturas habían capturado a alguien tan joven. Ella temerosa se ubico en el centro del circulo formado por todos los gruceen, el rey se acerco con una sonrisa muy escalofriante, que no garantizaba nada positivo, y de sus manos surgieron un par de luces, solo basto un toque para que Alice cayera al suelos, comenzara a gritar, en su mirada se observaba pánico, sea lo que le estuviera provocando ese dolor, era inhumano, lo que más me enfureció fue observar en los rostros de los demás gruceen la dicha por su sufrimiento, incluso en el de Yue, aquello me devastó, y me recordó cual era su verdadera naturaleza, ya no lo soporte más e intervine de la única forma que sabía hacerlo.

-¡Detente! – grite a todo pulmón.

(Yue)
Alice gritaba, sentí su temor recorrer mi cuerpo, hace más de un mes que no degustaba algo así, definitivamente el rey le estaba haciendo ver imágenes sombrías, algunas reales otras no, las cuales se superponían de tal manera que sería imposible para ella distinguirlas, definitivamente nuestro monarca había sido muy cuidadoso en su elección. Las sensaciones placenteras se incrementaban, pero junto a el un sentimiento extraño surgió, no se como explicarlo, pero de un momento a otro me encontraba preocupada por el bienestar de Alice, cada vez ese pesar se acentuaba más, y eso no me gustaba, porque debía experimentar aquello; estaba tan perdida en mis pensamientos que no me percate cuando Daniel paso junto a mí, hasta que fue demasiado tarde.


- ¡Detente! – grito Daniel.


Todos nos volteamos a verlo, algunos parecieron asombrados, otros espantados, yo en cambio estaba aterrada, ¡como es que se le ocurrió hacer algo tan estúpido!, el dolor que sentí cuando Daniel había sido designado a presentarse como ofrenda volvió a mí con la misma intensidad, pero esta vez nadie podría ayudarlo, o tal vez yo podría hacer algo.


- Pero que maleducado ha sido mi breenum, espero que lo disculpen… –dije tratando de sonar lo más tranquila posible, fallando estrepitosamente en el intento, trate de jalar a Daniel obligarlo a disculparse, pero solo me basto verle el rostro para darme cuenta que sería una tarea inútil, así que lo único que podía hacer era mejorar en parte el desastre dejado -… Es un poco entusiasta mi breenum, me había manifestado su deseo de ser parte de nuestra celebración, pero yo lo olvide por completo…y como mi sirviente aún no esta habituado a nuestras costumbres –haciendo hincapié en lo último –ha intervenido de la manera más descortés posible.

- Si te entiendo bien, tu breenum desea tomar el lugar de Alice – indico el rey.


Bueno aquello no era exactamente lo que tenía pensado, pero a pesar de lo imprudente de mi parte, no pude evitar fijar mi mirada en Daniel, en sus ojos se veía determinación, y supe que aceptaría lo que viniera con tal de evitarle el sufrimiento al otro breenum, lo cual me costaba comprender, ya que mal que mal ella no estaba sufriendo ningún daño físico, y aunque así fuera ella se curaría inmediatamente; vi que Daniel intentaba decir algo pero lo detuve con un gesto, el pareció entenderlo, ¡al fin me hacía caso! y cuando aparte mi vista de él, me percate que Tam me observaba, un escalofrío recorrió mi cuerpo, estaba en problemas, esta vez él no podía rescatarme, yo lo sabía y él también era consciente de ello, pero en este momento eso no importaba, en el instante que intervine asumí el costo.


- Sería un gran honor para mí y para mi breenum, si lo permitieras.


Daniel paso al frente ocupando el puesto de Alice, esta fue sacada por dos breenum, en eso el rey se acercó con sus manos iluminadas por la magia, toco a Daniel, el silencio se interpuso, todos estábamos expectantes, me sudaban las palmas, me sentía nerviosa, observe como una pequeña herida surgía en la frente de mi breenum, la cual se curo de inmediato, Daniel parecía desconcertado, probablemente temía sufrir algo similar a lo vivido por Alice, pero yo sabía el verdadero significado de esa lesión , comprendí que el nuestro monarca no se había convencido con mis argumentos, porque el hechizo que le propino solo era usado en quienes cometía una falta muy grave; era tan horroroso, en contadas ocasiones se uso, convirtiéndose prácticamente en una leyenda, como temía la herida volvió a surgir, pero más profundamente, e instantemente otra aparecieron en su brazo, espalda, que iniciaron la misma fase, me recordaba a una planta que lanza sus esporas, finalmente se desplomo en el suelo, ¿esto no podía estar pasando?, me asqueaba sentir su dolor inundar mi cuerpo, era la primera vez que eso me pasaba, Daniel era la causa de eso, no existía duda, hace solo una horas atrás él estaba irritándome, esperaba fervientemente a que se levantara, pero eso no pasaría, era impactante verlo tan frágil, dócil, como si aceptara su muerte, ¡no!, no permitiría que eso pasara, detendría ese ciclo eterno de sanacion y aflicción; llego un punto en que a Daniel le era imposible mantener la vista al frente, y gotas de sudor cubría su cuerpo, las lágrimas se agolpaban en mis ojos, me dolía el pecho, deseaba intensamente cerrar mis párpados y huir de alguna forma de esta horrorosa escena, en ese momento comprendí lo que Daniel sintió hace solo un instante con Alice, y al igual que él, lo único que quería era lanzarme al medio, pedir, suplicar que parasen, sentí mi cuerpo inclinarse, a pesar que mi instinto me gritaba que era una locura lo que intentaba hacer, me era imposible detenerme, necesitaba urdir algo o me volvería loca por la tortura, como adivinando mis intenciones Tam aprisiono mi brazo, devolviéndome a la realidad, observe sus ojos, los cuales estaban fijos en mí, me trasmitían una determinación absoluta, él no permitiría que cometiera una insensatez, me protegería como siempre lo había hecho.
El silencio reinaba, ¿silencio?, algo inesperado estaba pasando, aparte mi mirada de Tam, me voltee, como pude dudar de él, Daniel no paraba de sorprenderme, a pesar del dolor, el cual por más que tratara le era imposible de ocultar, él no nos daría el regalo de escuchar sus quejas, súplicas, gritos producto de sufrimiento, aquella pequeña resolución estaba irritando a todos los gruceen, por no conseguir lo que deseaban, con esa actitud Daniel se gano mi respeto, estaba exhibiendo más coraje del que yo había mostrado en toda mi vida; deje de luchar contra Tam, porque entendía que ese testarudo no aceptaría mi ayuda, mantenía sus dientes apretados, soportaría hasta el final, conocer de su temeridad no le auxiliaría en terminar más deprisa su castigo, porque estaba segura que el rey no aceptaría esa humillación, seguiría hasta que escuchara un grito, el cuerpo de Daniel estaba bañado en sangre, sabía que estaba al borde del desmayo, ¿cuando terminaría esto?
Poco a poco los gruceen se retiraban, se había aburrido de este enfrentamiento, al ver que perdía la atención de su pueblo, el rey decidió terminar el hechizo que afligía a mi breenum, y se alejo del lugar, con cautela me acerque, Daniel respiraba quejumbrosamente, lo levante con cuidado, Tam me ayudo, nos dirigimos a mi casa. Una vez allí lo acostamos en su cama, en ningún momento Daniel aparto sus ojos de mí, me miraba con intensidad, me acerque y le acaricie el rostro, él sujeto mi mano débilmente, parecía tan frágil, trate de calmarlo.
-No te preocupes, estarás bien- murmure, tuve que asegurárselo y asegurármelo a mi también, no podía caer en la desesperación, él solo asintió, era incapaz de formular cualquier palabra, solté mi mano delicadamente, el trato de detenerme, pero no se lo permití. - Tranquilo, solo iré a buscar agua para quitarte toda esa sangre – observe como su rostro se iba relajando, le sonreí para enfundarle valor, me levante.


-¡Yo lo haré! –intervino Tam, me había olvidado de su presencia, se notaba tenso, paso junto a mí sin mirarme.


Lo seguí, quería disculparme, decirle que estaba interpretando todo al revés, pero no podía, sería una vulgar mentira, él no se lo merecía semejante trato de mi parte.
Llegue a la cocina, estaba con un bol en las manos, tenía los parpados cerrados, él utilizaba su magia para hervir el agua, el característico brillo lo rodeaba, me fue imposible apartar la vista, poco a poco la luminosidad fue decreciendo completando la tarea, lentamente abrió sus ojos chocando con la mía.


- Tam yo…

- ¡Tu puedes preparar las hiervas! – contesto tajantemente.

- Pero…- replique

- Por favor Yue – suplico, percibí que estaba dolido, decepcionado, lo peor es que era por mi culpa.


Me dirigía al rincón, y me dispuse a machacar unas plantas, al menos esto le ayudaría con el dolor, percibí como Tam pasaba a mi lado e iba a la alcoba de Daniel, quería detenerlo, pero me abstuve.
Pasaron los minutos, escuche la ropa rasgarse, el roce del agua contra la piel, oía Daniel pegar unos pequeños alaridos, que me desgarraban por dentro, ¿acaso Tam se estaba vengando, por lo que acaba de hacer?, no, él no haría algo tan infantil, no podía estar tranquilo, puse más empeño a mi labor, entre más rápido terminara, más pronto entraría a dicha habitación.
Finalmente acabe, tomo mi pequeño recipiente, ingrese y vi que Tam le estaba lavando los pies, observe la magnitud de la lesiones, ahogue un grito, pero mi quejido fue lo suficientemente fuerte para anunciar mi llegada, con la cabeza baja, me ubique cerca del rostro de Daniel, me sentía muy incomoda con Tam y mi breenum en el mismo sitio, más aún después de lo que acababa de suceder. Tan continuaba aseando a Daniel, lo hacía con mucho cuidado, como pude pensar mal de él, y un leve toque me saco de mis ensoñaciones, Daniel me miraba con una posesión, como diciéndome “¡hey yo estoy herido, note desconcentres!”, inicie mi tarea con mucho cuidado, unte la pasta sobre su brazo derecho, hizo varia muecas de dolor, me percate como lentamente su cuerpo se recuperaba, aquello no era más que el reflejo de que el rey había retirado el hechizo, de lo contrario le hubiera sido imposible curarse. Una vez termine con sus brazos, me dirigí a su pecho, tenía un profundo corte cerca del corazón, de haber seguido siendo humano ya estaría muerto; su piel era muy suave sentía hormigueos en mis dedos cada vez que rosaba con ella, levante mi vista, sin darme cuenta termine con su rostro solo a unos centímetros del mío, inhale su aliento, era muy cálido, roce mi frente con la suya, estaba caliente, debía tener fiebre, me impaciente, debía bajársela de inmediato.


- Veo que ya no me necesitas, así que me marcho- anunció bruscamente.


Paso junto a mí tan inesperadamente que fui incapaz de detenerle, supuse que volvería a la celebración aunque muy en el fondo sabía que no sería así, solo logre escuchar el portazo que dio al salir.

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