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jueves, 30 de diciembre de 2010

La Flor Lunar

Capitulo VIII

(Daniel)
No esperaba aquella confesión, mucho menos verla tan frágil, ambos compartíamos la misma pena, yo también extrañaba a mi madre de vez en cuando, pero al menos tenía el consuelo de tener unos escasos recuerdos de ella, no podía imaginar no poseer nada, la atraje lo más que pude, lo que menos quería era apartarme de ella, separarme de Yue sería el sacrificio que tendría que hacer para alcanzar mi libertada, ¿estaba dispuesto a eso?


- ¿Por qué no huyes conmigo?- sugerí.
- Eso es imposible – susurro contra mi pecho- si huyo no descansaran hasta encontrarme….solo te podría en peligro…ellos-estaba asustada, me hervía la sangre verla así, es que acaso no existía una solución, me prometí a mi mismo que haría lo imposible por alejarla de esas criaturas.
- Acepto tu trato –conteste, ella se aparto de mi lentamente, su rostro comenzó a brillar borrando cualquier vestigio que dejaron las lágrimas.
- Entonces comencemos.


Mis primeros intentos fueron un desastre, Yue insistía en que debía relajarme más, pero al final de la tarde solo conseguí despegarme un par de centímetros, ella pareció satisfecha, luego buscamos la flor lunar, regresamos a la aldea.
Cuando entramos a la casa, Tam aún no regresaba, así que me aproveche de pequeña ventaja me adueñe de la cama, me dormí inmediatamente.
Al día siguiente desperté en el piso, no tuve que pasar mucho para darme cuenta que Tam me había votado de la cama, yo cansado como estaba no me percate, al menos esta vez no uso su magia para conseguirlo, solo recordarlo me hacía enfadar, lo peor era que no se lo podía mencionar a Yue, ya que como él dijo “¿A quién crees que le va a creer?”, ahora simplemente me tengo que concentrar en aprender a volar, me levante y sentí todos mis músculos adoloridos, me encontré con Yue, nos dirigimos nuevamente al bosque.
Ya ha pasado una semana y se había transformado en nuestra rutina utilizar las continuas ausencias de Tam para seguir con nuestras clandestinas clases, entre cada intento yo le relataba a Yue curiosidades de mi mundo, los cuales la impresionaban, llenándome de preguntas, quería saber cada detalle de nuestras costumbres, y una tarde me pregunto.


- ¿Cómo piden perdón los humanos?


Aquello me descoloco un poco, trajo a mí el recuerdo de esa tarde donde intento disculparse, creo que aún no estoy listo para hacerla, pero debo reconocer que cada vez me siento menos dolido con ella por lo que hizo, así que intente darle una respuesta lo más completa posible.


- Veras existe muchas maneras, pero cuando las personas se sienten culpables regalan flores, otras veces dan serenatas –reí, solo imaginarme dándole una serenata a Yue, definitivamente jamás haría algo así.
- Serenata –repitió desconcertada.
- Es cuando…un hombre va a tu casa por la noche a cantarte una canción, junto con otros músicos.


Observe su asombro, pero también me percate de lo pálida que se veía, se notaba cansada, ¿estaría enferma?


- Eso suena divertido –dijo- Ya es hora de que…


Comenzó a inclinarse peligrosamente, logre atraparla antes de que impactara con el suelo, me impaciente, debía llevarla donde Roxanne, la cargué entre mis brazos, respiraba agitadamente, lentamente la vi abrir sus ojos.


- ¿Qué me paso? – susurro, aún seguía débil.
- Te desmayaste – conteste, suspiro aliviado – te llevo donde Roxanne, ella…
- No –susurro- ya estoy bien.
- Pero- replique, su aspecto demostraba todo lo contrario.
- Daniel- susurro- bájame – lo hice, debía estar loco por seguir sus ordenes –solo necesito dormir un poco, no tienes que alarmarte tanto –susurro con una sonrisa en sus labios, cerro sus parpados.


Sujete su manos, la cual estaba muy fría, pasaron los minutos, cada vez estaba más impaciente, simplemente debí haberla llevado directamente a Roxanne, pero era obvio que ella no aceptaría su ayuda, a eso le agregamos lo que le pediría a cambio.
Observe como el sol se ocultaba, note un leve apretón en mis dedos, suspire aliviado, Yue se levanto, estuvo en lo correcto cuando dijo que solo necesitaba descansar, sus pasos eran firmes todo lo contrario a lo que fue hace un momento, recogió la flor lunar que solo se encontraba a unos metros de donde yo estaba.


- Es hora de que volvamos
- ¡No me vas a explicar que te sucedió! – exigí.
- Es mejor que no lo sepas –contesto.
- ¡¿Cómo?! –reclame desconcertado.


Paso junto a mí, grite su nombre, pero ella me ignoro, baje la voz no deseaba hacer un escándalo y meternos en problemas, esperaría hasta llegar a la casa, pero Tam estaba allí, así que tuve que contener mi intensión inicial, opte por ir a mi habitación, pero una frase me detuvo, aunque no era mi costumbre, no pude evitar escuchar detrás de la puerta, tal vez Tam obtendría mi respuesta.


- ¿Qué estas planeando? – pregunto Tam.
- A que te refieres.
- Yue sabes perfectamente de lo que hablo, o crees que no me he dado notado lo decaída que haz estado en estos días- dijo bruscamente – ¡sabes perfectamente lo que significa! – grito.
- Tam.
- ¡No escúchame por una vez!- exclamó – o quieres que te recuerde lo que le sucedió a mi madre.
Hubo un silencio incomodo, yo tenía razón algo grave le sucedía a Yue.
- Por lo que sé ella comenzó a debilitarse poco a poco, hasta que le fue imposible asimilar la flor, tu sabes perfectamente como termino todo- susurro, se escuchaba la tristeza en su voz- así que dime ¿cuál es la causa?
- Tam, mi vida no esta en peligro, yo…-murmuro.
- ¡Contéstame! – exigió.
- Basta, no sigas, no te lo diré – suplico-
- Tu breenum…claro, todo tiene que ver con él-dijo irónicamente -¿A quién más protegerías con tanto ahincó?


Escuche un portazo, luego oí a Yue sollozar, quise consolarla, pero yo indirectamente era el causante, quería respuestas, pues ahí las tenía, Yue estaba intentando de alguna forma volverme a mi estado humano, eso la estaba matando, porque otra razón no me contaría su plan, me recosté en la cama, definitivamente Tam no regresaría esta noche.
Estaba en el bosque, hoy finalmente me marcharía, volvería a mi mundo, olvidaría de una vez por toda esta pesadilla. El plan era sencillo, volé junto a Yue lo más lejos que pudimos, hasta un cercano pueblo, el cual podía divisarlo desde mi refugio en los árboles, ahora ella me convertiría, para luego regresar con los otros gruceen.


- ¿Estas listo? – pregunto.


No quería abandonarla, pero no despreciaría su esfuerzo, ella estaría mejor sin mi irritante presencia.


- Por supuesto –conteste.


El calor me invadió, sentí mis músculos estremecerse, solté un pequeño grito, era como revivir mi transformación con el rey, pero de golpe todo desapareció, ya no sentía nada, lentamente abrí mis ojos, observe que mi piel tenía ese color rosasio, me examine cuidadosamente, volvía a ser humano, comencé a reír histéricamente, en ese momento quería abrazar a Yue por lo que había hecho, y mi mundo se detuvo, a solo unos metros ella yacía en el suelo, corrí, mi corazón latía rápidamente, esto ¡No podía estar pasando!, la tome entre mis brazos, supe que no volvería a mí, su cuerpo estaba frío, laxo, jamás la vería reír, gritarme, ver ese característico ceño fruncido; lágrimas brotaban de mis ojos, que valía ser libre ahora, cuando no tenía con quien compartir mi alegría.


- ¡Yue! –grite.


Me levante agitadamente, “solo fue un sueño”, me repetí, mi frente estaba bañada de sudor, respiraba agitadamente, “solo fue un sueño”, me volví a repetir, pero un sueño que podría volverse realidad si no hacía algo, salí de mi habitación, todavía veía su rostro pálido en mi mente, me quede en la sala observando el cielo estrellado, hasta que amaneció, escuche a Yue deambular por su habitación y como supuse Tam no volvió.
Cuando la vi entrar no pude evitar recordar el sueño, como era costumbre nos dirigimos al bosque.


- Creo que ahora puedes alcanzarla –indico la flor que estaba sobre un risco, eso me trajo un sentimiento de deja vu, en esa ocasión escale para conseguirla, ahora volé por ella; la tenía frente a mí, como algo tan hermoso podía causar tantos inconvenientes a Yue, si tan solo pudiera convertirme a mismo, y estando suspendido en el aire tome una decisión, me trague la flor, era amarga, mi cuerpo comenzó arder, mi vista se nublo, mis alas me dejaron de sostener e inicie mi vertiginoso descenso, creo que no fue buena idea después de todo.
- ¡Daniel!- grito Yue, al menos ella estaría a salvo, caí a la inconsciencia.


(Yue)
Hoy iba a ser el día, luego de que me trajera la flor, llevaría a cabo nuestro plan, esta tarde me despediría de él, no deseaba hacerlo, a pesar de que me cueste reconocerlo iba a extraña a ese insensato humano, levante mi vista, quería grabarme cada una de sus facciones, pero me encontré observando como ingería la flor, ¿Por qué hizo eso?, ¡porque!, volé a su encuentro, grite su nombre desesperadamente, intente hacer que vomitara, pero ya era demasiado tarde la flor ya invadía su cuerpo.
¿Qué se suponía que se hacía en estos casos?, nunca supe de nada así, lo natural sería dejarlo a su suerte, y que su muerte sirviera como ejemplo para los demás breenum, sin embargo aquella opción ni si quiera la considere. Lo cargué entre mis brazos y volé rápidamente por el bosque, en el pueblo muchos gruceen se me quedaron mirando con asombro, era normal, nunca antes uno de nuestra especie había prestado auxilio a su sirviente, pero ello no me importaba, yo buscaba a Roxanne, la cual solo estaba a unos metros de mi, ella observo mi cara, y luego a Daniel, pareció entender lo que sucedía, juntas nos dirigimos a mi casa.
Una vez dentro, lo recostamos en su habitación.


- ¿Puedes curarlo?- pregunte afligida.
- Por supuesto que puedo, pero ¿qué me ofreces tu a cambio?-dijo maliciosamente, definitivamente ella estaba disfrutando con mi sufrimiento.
- De que...-estaba tan conmocionada, que olvide con quien estaba tratando-…ya veo ¿Qué es lo que quieres?
- Déjame ver…-dijo pensativa, cada minuto se me asemejaba una eternidad, me parecía absurdo que discutiéramos un trato, en vez de curar primero a Daniel – debe ser un precio justo, que tal ese hermoso collar que te vi una vez.
- ¡No!-grite, ese era el único recuerdo que tenía de mi madre, porque debía solicitarme eso.
- Es un precio aceptable, considerando lo importante que este humano para ti -contesto.
- Esta bien, pero cúralo –exigí.


Salí del lugar, me dirigía a mi alcoba, Roxanne era consciente de lo que sentía por Daniel, al igual que todos en el pueblo.
Revolví mis cajones, lo encontré en una caja, Tam me lo entrego hace mucho tiempo, no se como lo consiguió, solamente me dijo que perteneció a mi madre, lo cual pude comprobar mirando el reverso del collar, en el estaba grabado el nombre de Diana, junto al de mi padre, supongo que él se lo regalo, porque en sus bordes se podía distinguir símbolos muy parecidos a los que se encontraban en la copa, lo mire por última vez, me dolía demasiado desprenderme de él.
Volví junto a Daniel, le entregue la joya Roxanne, esta se marcho con una sonrisa en sus labios, fije mi atención a Daniel, este estaba comenzando a despertarse, ahora que ya lo veía fuera de peligro, la rabia y la ira por ser el causante de desprenderme de tan preciado objeto volvió a mí.
- Yo…-susurró, parecía avergonzado.
- Luego me lo dices – conteste, y pose un dedo sobre su labio –aún no puedes levantarte, descansa un poco, luego tendremos tiempo para hablar –conteste tajante.
Aceptando mi sugerencia cerro sus ojos, salí de la habitación, no podía permanecer en su compañía, sin dejar de sentirme dolida, pero no pude seguir pensando más en eso, porque Tam me esperaba en la sala.
Era incapaz de verlo a los ojos, lo había defraudado, el me lo había advertido una y otra vez, pero con mi actitud de hoy solo conseguí humillarlo en frente de los otros gruceen.


- No ocultes tu cara de mí-susurro levantando mi barbilla- quiero verte.
- Tam…yo…-me era imposible hablar, la palabras no me salían, inspire profundamente, dije de golpe – perdóname, pero yo no podía dejarlo morir.
- Lo sé- contesto, me acaricio la mejilla- Yue no existe nada de que disculparse –parecía acongojado por lo iba a decir a continuación – sé que desde hace mucho dejo de ser un simple sirviente para ti – me abrazo- ahora dime ¿qué te pidió Roxanne a cambio?
- El collar de mi madre- conteste, sentí que me apretaba más contra su cuerpo, no estaba feliz con la noticia- ¿Cómo lo conseguiste?- pregunte.
- No estoy nada orgulloso por lo que hice –suspiro –una vez registre la oficina del rey, en uno de los cajones lo halle, imagine lo que significaría para ti tenerlo, así simplemente lo tome.
- ¿Lo robaste? – pregunte incrédula, jamás lo creí capaz de algo semejante.
- Yue ahora hoy asuntos más importante de que ocuparnos- dijo seriamente, supuse que no quería profundizar en lo orígenes de la joya, ahora eso carecía de importancia, la dueña de el en este momento es Roxanne, aún recuerdo cuando ella entro impetuosamente a mi casa, me encontró con el en mis manos, quedo maravillada con su belleza, pero la mención de Daniel me saco de golpe de mis pensamientos – hablare con tu breenum- anuncio.


No pude ni si quiera replicar, debido a que Tam ya se hallaba dentro de su habitación, yo por mi parte me quede en la sala tratando de entender que era lo que le sucedía a mi corazón, que pasaba de la inmersa alegría a la completa furia.


(Daniel)
Desperté y observe a Yue con una cara de infinita tristeza, quise disculparme por hacerla pasar por ese sufrimiento, pero ella me lo impidió alegando que necesitaba descansar, le hice caso, supuse que cuando volviera a abrir los ojos me encontraría nuevamente con ella, pero para mi sorpresa fue Tam, quién estaba junto a mi, decidí ignorarlo y me dispuse a analizar el estado de mi cuerpo, Roxanne había hecho un magnifico trabajo curándome, me sentía en condiciones de levantarme correr un maratón si era necesario, sin embargo ser mimado por un tiempo por Yue era una muy tentadora idea, pero antes debía disculparme con ella, ¡si seré idiota!, no dejo de preocuparla; en eso me encontré con la mirada de Tam, parecía ansioso por comenzar a discutir, pero no podía estar más equivocado, su puño impacto en mi mejilla, le iba a contestar, pero el pareció percatarse de lo que acababa de hacer, se notaba asombrado.


- ¿Cómo pudiste ser tan estúpido? – dijo entre dientes, apenas se podía controlar - ¡¿Cómo no te has dado cuenta…de lo que ella siente por ti?!-grito indignado.
¿A que se refería?, iba abrir la boca para replicar, me mando a callar de inmediato.
- Haz ido demasiado lejos, la falta que cometiste inevitablemente te llevara a un castigo bastante doloroso, ni si quiera comparable con lo que viviste en la ceremonia, pero te ofrezco una solución – me miro fijamente – márchate, convenceré a Rhiannon para que te devuelva a tu apariencia humana, te iras de aquí, nunca, jamás te acercaras a estos bosques ¿te queda claro?, tienes hasta mañana para responderme, espero una respuesta favorable de tu parte, porque déjame aclararte que nunca estarás a la altura de alguien como Yue, no mientras mi padre este en el poder.
- ¿La amas?- pronuncie, mientras hablaba me di cuenta de la razón de su ofrecimiento, todo se me aclaro, era lo más natural siendo ella su prometida, pero no se porque fui tan ciego; él me miraba asombrado, como si le hubiera entregado una gran revelación, es que acaso ¿Tam no se había dado cuenta de sus propios sentimientos?
- Sí- contesto titubeando – pero no pienso discutir eso contigo, tienes hasta mañana para darme tu respuesta.


Se marcho, escuche como conversaba con Yue, pero no pude entender nada de la charla, luego escuche un portazo, ahora estábamos solos, finalmente podría disculparme.
Ella entro con el rostro contorsionado por la furia, esto no iba a ser fácil.


- ¡Porque me traicionaste! – grito con lágrimas en lo ojos –yo…confíe en ti, ¿Porque? – pregunto, intente acercarme, no era capaz de verla así, tan descontrolada -¡suéltame, no me toques!, te odio, como pudiste hacerme eso, yo…yo que pensé en arriesgar todo por sacarte de aquí…y- susurro, lágrimas brotaban por sus mejillas, no pude más y la abrace, ella se resistió, pero no la deje escapar –yo a ti no te importo…porque…
- ¿Perdóname?, yo no…-no sabía como justificar lo que había hecho -…lo que menos quería era hacerte daño, pero me sentía atrapado, por favor ¿perdóname?
- ¡No!, nunca lo haré, tú…


Comenzó a golpearme en el pecho, fui un egoísta, nunca pensé que mi imprudencia le causara tanto dolor, yo lo que menos quería era herirla, por eso me arriesgue, no deseaba que ella saliera lastimada al intentar cambiarme, sin darme cuenta unas lágrimas se escurrieron por mi cara, ¡que clase de consolador era yo!, ella jamás me perdonaría, creo que ya es demasiado tarde para enmendarlo, ahora mi única meta es calmar a Yue.


- ¿Qué tal si hacernos un trato? –dije tratando de animarla.
- ¿Un trato?- pregunto intrigada, había mordido el anzuelo, continué mi pequeño discurso.
- Tú me perdonas y yo a cambio, te perdono por haberme convertido en un breenum, ¿Qué te parece?- pregunte esperanzado.
- ¿Qué me parece?- río histéricamente –y yo porque querría tú perdón, ya no significas nada para mí, ¡nada!-grito.


Se aparto de mí, se marcho con un gran portazo, en ese momento tome una decisión aceptaría la propuesta de Tam, era lo mejor, él definitivamente la puede hacer feliz, pero no me iría sin intentarlo, aunque sea una vez más, conseguiré el perdón de Yue.


(Yue)
Tam salió muy perturbado de la habitación de Daniel, le pregunte que le pasaba, pero el me ignoro, y se fue del lugar; irrumpí en la alcoba de mi breenum, con la única intensión de exigirle una explicación, quería saber que le había dicho Daniel para dejar a Tam tan trastornado, pero fueron otras las palabras que salieron de mis labios, me encontré exigiéndole una explicación a su traición, él intento consolarme pero no se lo permití, me pidió perdón, pero ya era demasiado tarde, ¿Por qué no compartió sus temores conmigo?, ahora que lo pensaba no sabía nada sobre él, salvo su nombre y edad, al fin de me daba cuenta que nunca confío en mí, solo me uso, comencé a golpearlo, quería castigarlo de alguna forma, sentí mis lágrimas caer en mi cabeza, realmente estaba arrepentido, deseaba creer que sí, pero después de lo que acaba de pasar, no se sí volvería a confiar en él, acaso no se daba cuenta de los problemas que causo, consumió un flor que iba a ser parte del licor que beberíamos en la siguiente luna llena, no quería pensar en el castigo que le impondrían, ¡Por que no creyó en mí!, todo se habría solucionado si lo hubiera hecho. Me sugirió un trato, aquello me intrigo, pero no resulto ser más que una artimaña, ¿se burlaba de mí?, después de todo lo que me dijo en aquella ocasión, ahora cambiaba de opinión tan fácilmente, me puse a reír, hace un par de días habría dado lo que fuera por aceptar su perdón, me era insostenible seguir más allí, tenía que alejarme, salí corriendo de la casa, sin quererlo llegue a aquel lago, porque siempre cuando deseaba olvidarme de él, me dirigía a un sitio donde estaba lleno de sus recuerdos.


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